viernes, marzo 16, 2007

La Niña Verde

Ahora que la tengo frente a mis ojos, lo comprendo totalmente, ella era mi niña verde. Ella era.
Ella era aquella niña que tantas veces vi acercarse y partir en sueños.
Mi niña verde, sus ojos negros y el cabello negro también, suelto y dócil, libre y borboteante cual manantial de corales sagrados cayendo suavemente sobre sus frágiles hombros desnudos.
La sonrisa de la luna y la mirada de mil soles, todos conjugados en ella, el inicio de la palabra y el fin de la vida, todos en su ser, un ser único y capaz de forzar la recurrencia en el pensamiento.
Capaz de acabar con cualquier ser, y a mí me congelaban sobremanera, comprender su magnitud debía entonces. Comprender debía la magnitud de su ser en el mío, con unos sesos completamente llenos de ella y un corazón pronunciando su nombre muy quedo e incesante.
Porque nada pasa sino hasta que debe suceder y nada acaba hasta que legue a su final.
La historia rota y sin principio, la canción callada y el alma serena, son todos de ella.
Hoy no la vi, tal vez debí escribirle ayer, sin embargo preferí dejar un mensaje suelto al viento que llegue a sus oídos, debe de haber llegado supongo, supongo que así debe ser, pues varias veces le he hablado al oído estando tan lejos de ella.
 
Diego A.
03/2007

1 comentario:

  1. sentimientos encontrados...... opuestos, extremos como el día y la noche, el sol y la luna, cuyo objetivo común es ser el complemento del otro...... una historia confusa, donde el personaje principal: una musa inspiradora e idealizada, se muestra el mundo inerte en el que nos encontramos,la luz del camino que da miedo interpretar y que muchas veces se decide obviar.....
    A.....

    ResponderBorrar

Destacados