domingo, julio 31, 2011

Christopher

Bienvenido a casa Christopher, te estábamos esperando, hace mucho que no venías y hasta por un momento pensé que habías olvidado el camino.

Pero pasa!, siéntate!, ponte cómodo que está es tu casa. Todo está tal y como lo dejaste. Créeme cuando te digo que nunca dude acerca de tu regreso; aunque siendo sinceros y en honor a la verdad te digo que tal vez sí, en algún momento lo hice: un par de veces a lo mucho, nada sin importancia, no lo tomes en cuenta, al final ya me conoces y sabes cómo ando siempre en estas cosas que a gente se refiere.

Mefisto tomo una silla la puso en frente mío, se sentó lentamente reposando sus largos brazos sobre los brazos de la misma, y me miro con cara de padre. Con cara de padre que ve sin reproches al hijo pródigo vuelto a casa.
- Yo, yo, yop, venía a… -
Mefisto interrumpió a Christopher y detuvo la explicación sobre el motivo de su visita y su prolongada ausencia.

- No tienes que decir nada, olvidas que te conozco perfectamente. ¡Sé lo que quieres!, sé por qué has venido. Al final todos vuelven, bueno casi todos, pero sabía que tú no me defraudarías - le dijo Mefisto.

El mismo olor a azufre, la misma barba rala, las mismas botas lustrosas, el mismo saco gris, el mismo polo negro y los mismos ojos amarillentos y flameantes de siempre, hacían ver que el tiempo no pasaba por el cómo era evidente. Mefisto seguía idéntico al vago recuerdo que Christopher tenía de él desde hace más de 10 años.

- Tengo la dosis exacta hijo. Pero esta vez, ¿Qué me das a cambio?. La última vez perdiste todo lo que tenías y tu alma hace mucho que me pertenece y a menos que entregues algo a cambio tan solo puedo darte la bienvenida, acogerte por un corto tiempo y luego pedirte que te marches hasta que llegue el día. – dijo Mefisto.

- Te te te trrraigo a 2 almas jóvenes, están allá afuera esperando una orden mía, son mis discípulos. Pero te los ofrezco, no puedo más; debo volver a probar el elixir, tan solo una vez más, aunque sea la última, lo necesito de veras y rápido, que ya no logro resistirlo. – dijo Christopher.

- Hazlos pasar y luego marcharte, se que no te gustará ver lo que pasará luego. En cuando compruebe que no mientes tendrás lo que has venido a buscar y todos volveremos a ser felices.- dijo sonriendo el diablo mientras señalaba la puerta.

Christopher hizo pasar a los dos jóvenes, ambos con la misma sangre y con la misma mala fortuna de haber sido entregados al diablo mismo en persona.

Diego A.

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