domingo, mayo 29, 2011

DUDA

Existen un sinnúmero de caminos posibles y posibilidades inmaterializadas que de vez en cuando se atreven a tocarnos la puerta…
Hoy Duda se apareció frente a la puerta de mi habitación, pasó sin que esta esté abierta y sin que yo la haya invitado. Se escurrió por entre la comisura imperfecta del suelo y la puerta; entro como siempre lo hacía hace algún tiempo; vaga e irresoluta pero imponente a la vez, deseosa de inundarme de lo que con ella traía.
Cuando por fin la tuve en frente, mirándome, se me escarapeló el cuerpo entero y el alma se me estremeció al compás de sus ojos negros saltones y tendenciosos. No dijo nada, pues no era necesario que dijese o emita palabra alguna para que yo le entendiera, éramos viejos conocidos y ambos sabíamos lo que significaba una visita suya.

Me encontraba pasmado mirándola, atónito y desencajado, viendo su rubia cabellera resplandecer, sus rasgos finos enamorándome y su piel de seda tentándome a que la toque; cuando de repente estiró su mano hacia mí, me tomo del rostro, me besó la mejilla y me acarició suavemente por contados segundos, segundos que sin embargo a mí me parecieron una eternidad, lo suficientemente extensa como para vivir una vida entera, en la que con los ojos cerrados me dediqué a morir embriagado por su perfume.

Para cuando volví en mí mismo me encontraba parado a un lado de mi cama mirando al vacío con la puerta cerrada y el alma abierta, iluminado con una fluorescente circular antiguo pegado con cinta al techo; amándola y detestándola a la vez por lo que me había hecho, queriendo borrar ese momento en el que me dejó parado y solo inundado de ella, inundado de su duda.

Diego A.



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