lunes, abril 26, 2010

Nunca como la Lombriz

Me encontraba en uno de esos momentos de iluminación concedida tal vez erróneamente por Dios creador, padre de todas las cosas, y me puse a pensar - cosa extraña - en una de sus criaturas. No una de las más pequeñas, tan poco no una de las más agraciadas o peculiares presentes en su creación. Pero sí según muchos citando estadísticas acerca de la concordancia en la creencia de este hecho a un 97.32% de la humanidad, que la califica como una de las criaturas más felices. De allí que se produjera la célebre frase “Feliz como una lombriz” y que muchos mencionan sin tener siquiera en cuenta lo que significa en si misma.

Me pregunto entonces, tal vez como parte de una de esas muchas preguntas que se hace el hombre en el transcurrir de su vida; cómo puede ser esta criatura tan feliz como se dice. Investigo un poco, busco en internet y encuentro varios artículos en blog’s titulados de ese modo, foros inundados de preguntas al respecto y eruditos en el tema brindando respuestas sabias propias de un conocimiento ulterior que no poseo ni creo llegaré a conocer en materia de lombrices felices; me topo también con cierto número de canciones en un número no imaginado que aluden al tema de la felicidad lombricienta, entre ellas la de una jovencita que en tono ranchero manifiesta su felicidad por tener un novio a lado, novio que supongo debe tener algún tipo de extraña característica análoga a esos seres o al menos algún tipo de predilección helmintológica, para que su eufórica nueva novia le dedique una canción tan extraña exaltando la gloria de su amor invertebrado.

Decido dejar de lado lo que encuentro en internet pues no hace más que distraerme y me concentro nuevamente en mi búsqueda, ausculto libros, estudio sus atributos físicos, y hago un repaso mentalmente acerca de la composición química de su organismo en búsqueda de evidencia científica que respalde este hecho, mas no encuentro nada; ni una sola palabra, texto o alusión a la inesperada felicidad de este pequeño y alongado ser.

Me olvido de lo científico y de mi investigación que de nada sirvió y me quedo con lo que se de estos seres desde un comienzo y esto es que: Son ciegas, no tienen patas, se arrastran: unas por la tierra, otras en los intestinos de algún otro ser, unas se comen la comida que uno come, otras se lo comen a uno y un último grupo no hacen ni lo uno ni lo otro, pero que si arrasa comiendo otras cosas nada gratas. Lo que vendría a significar que para alcanzar tal grado de felicidad debería de quedar; ciego, manco, cojo, en estado parasitario y que para alimentarme de vez en cuando mi dieta incluya una significativa ración de excremento. Siendo así, ¡No quiero ser feliz!, prefiero seguir siendo un gordo con lentes pero que ve, que llena de frituras sus arterias día tras día, pero de un modo independiente, autónomo y libertario, pero que sobretodo nunca se arrastrará por el suelo ni sentirá la mierda en los labios.

Diego A.

Destacados