domingo, septiembre 08, 2013

Un regalo de cumpleaños

Tengo media hora de cumpleaños encima y se me hace que me estoy haciendo grande sin darme cuenta.

Septiembre 28/1987
Tengo frio, pero hay nieve alrededor, y yo solo quiero jugar a que hago bolas de nieve y se las tiro a mi hermano que se esconde tras su fortín edificado de cajas de cartón y otros enseres que tomó de la cochera que en realidad de cochera sólo tiene el nombre, pues mis padres la usan como almacén de cosas viejas y un tanto inútiles, pero que para nosotros es un magnífico lugar donde encontramos cosas tan grandiosas e inimaginables que usamos para divertirnos casi a diario.

Joe responde mis ataques con la misma o tal vez con un tanto más de fiereza y exactitud que yo, esto debe ser debido a la experiencia y derecho que le da el hecho de ser 2 años mayor que yo, y haber vivido lo suficiente, como para hacer que una de estas bolas de nieve se estrellen en mi rostro de un modo un tanto agresivo pero a la vez muy sutil, mientras suelta una carcajada de esas que dan risa, y yo me río junto a él en vez de llorar. Y me siento feliz de haber sido golpeado por la bola de nieve que lanzó aquel niño que es mi hermano 2 años mayor que yo.

- Venga hombre, que, vamos a cenar, mamá está que nos llama, mira que solo nos queda un llamado antes de que nos envíe la invitación por escrito, y ya sabes cómo se pone – me grita Joe desde su fortín que colinda con la puerta de la cocina, desde donde ha escuchado perfectamente a mamá un tanto enfurecida porque llevamos buen rato aquí afuera. Ella ya tiene la mesa puesta y a estas alturas la comida un tanto fría también. Voy deprisa corriendo donde él, alarga el brazo, lo pasa por mi cuello y así nos adentramos a casa, como dos camaradas orgullosos sobrevivientes de una guerra que nos dejó por saldo las narices frías.

- Mamá, perdónanos, nos hemos tardado más de la cuenta, es que estuvo divertidísimo todo allá a fuera – le digo.
Ella no dice nada, tan solo me mira fijamente con su cara de seria, y yo siento que un puchero se forma en mi rostro de pena, de verla así tan seria y enojada conmigo. Pero de un momento a otro suelta una risa sutil, le cambia el gesto en el rostro mientras profiere un – Te engañe!!, caíste, no estoy enojada contigo. La próxima tan solo no tarden tanto. Si. Estamos. – asiento con la cabeza gacha. Me toma entre sus brazos, me eleva muy alto y me abraza fuerte mientras me dice que me ama. Yo por dentro y aunque no se lo digo sé que la amo mucho también.

Mañana es tu cumpleaños, ¿Qué quieres que te regale mi amor? – me dice mientras congela una gran sonrisa y se le dibuja en el rostro un gran gesto de curiosidad.
No lo tengo que pensar mucho, pues de hecho me pase toda esta última semana pensando en que querría como regalo para este; mi cumpleaños número cinco.
Le digo que quiero crecer tanto como Joe, si se puede unos centímetros más que él y ganarle una que otra vez en nuestras tan apasionantes guerritas de nieve.

Escrito el 28/09/09
Diego A.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Destacados