miércoles, enero 05, 2011

Atentamente Mariela

Me enamoré de Mariela cuando aún era un estudiante; cursaba el quinto año de media, y ella a lo mucho llegaba a tercero. Lo que me gusto de ella en ese entonces fue su cabello negro, su figura delgada, su tez clara, su cara de niña, sus ojos morenos y lo bien que se veía con ese uniforme de joven beata instruida en colegio de monjas nada contemplativas en cuestiones que a la moral refiriesen.

Pasaron 2 años o tal vez algo más para que llegase a conocerla, mientras tanto seguía yo allí; ebrio, febril e incandescente de amor puro por una chica que desconocía por completo mi existencia, y a la que nunca le había escuchado siquiera la voz. Y de la que tan solo tenía la certeza de que vivía unas puertas más allá de la mía.

Corría el año nuevo del 97, y esa noche como las venideras de aquí en adelante salí de casa promediando la 1.30 am. Al encuentro de mi inseparable compañero y gran amigo Bortolomeo, que  esa noche nos había separado la entrada a una fiesta en casa de Grace, la chica con la que venía teniendo ciertos affaires desde hacía algún tiempo atrás  pero que sin embargo le era un tanto esquiva por encontrarse en cierto modo más que enamorada de otro tipo que no era mi buen amigo Bartolomeo a quien tan solo consideraba como alguién buena gente con quien se había besado un par de veces y que era un tanto gracioso cuando de chistes se trataba. 

Recuerdo haber bebido bastante esa noche consolando a mi buen amigo en una esquina, azuzándolo a que emprenda y vaya con todo en busca de su amor no correspondido o más bien correspondido a medias o siquiera al menos de a poquitos. De lo poco que recuerdo de esa noche, pues han pasado 5 o más años a la fecha, es que ya de madrugada, con los primeros rayos de sol dándome en el rostro terminé besando a Mariela, pero no a  Mariela; mi colegiala beatífica de la que estaba enamorado,  sino a Mariela, la hermana de Grace, el amor esquivo de Bartolomeo, a quien acababa de conocer la misma noche un par de horas atrás.


De esa noche en adelante, no supe más de ella, salvo por un mensaje de texto firmado con un Atentamente Mariela, que erróneamente confundí con uno de Mariela, la chica de la cual estaba enamorado, y a la que por esas fechas en uno de esos azares del destino termine conociendo e incluso compartiendo más de una caminata y largas horas conversaciones irrelevantes que nos hacían sentir bien, y con la que tuve que disculparme al poco tiempo de haberla conocido luego de haberle hecho llegar por escrito una efusiva declaración de amor que redacte una madrugada luego de haber recibido un mensaje de texto firmado por una chica que conocí una noche y de la que actualmente no sé nada, pero que casualmente llevaba el mismo nombre que ella.

Diego A.

1 comentario:

  1. ya estabas tardando en publicar algo... q como siempre m encanto desde el principio hasta el fin

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