miércoles, mayo 12, 2010

Olvídala

- Se suponía, que no debías enamorarte. ¡NO SEAS ESTÚPIDO! –me dijo Vincent, mientras me tomaba de los hombros fuertemente sacudiéndome con violencia, intentando a toda costa hacerme entrar en razón.
No lo estoy – me defendí – No me he enamorado de ella.
- Tan solo me gusta mucho y quiero que pasemos algo de tiempo, eso es todo. Además lo hago con fines netamente literarios. Necesito conocerla y saber su historia.

- Esas son tonterías - me dijo él- , no me vengas con el cuento del escritor inspirado en busca de historias. Que tú de lo que padeces es de un ahuevamiento severo. Entiende que no te puedes enamorar de ella, no bajo ninguna circunstancia, te lo digo como amigo; ¡OLVÍDALA!, no la llames, no la busques, métete en la cabeza que nunca la conociste o que si lo hiciste nunca más la volverás a ver.

Oía las razones de Vincent y estas me parecían totalmente convincentes, pero me negaba a aceptarlas, por eso emitía justificaciones literarias que si tenían mucho de cierto más no eran completamente verdaderas en su totalidad. Lo único verdaderamente cierto era que estaba enamorado de ella a pesar que desde un primer momento mi subconsciente me dijo que no debía hacerlo, que no sería posible y que era mejor que la olvide.

Me enamore de ella, 1 o 2 años menor que yo, proveniente de más de 3 países distintos y hasta hace algo menos de 1 mes una completa extraña en mi vida, que sin embargo ahora sabía mi nombre y de vez en cuando, cuando yo no le escribía nada; acaba mandándome un mensaje de texto con una que otra frase cariñosa acompañada de besos, abrazos y buenos deseos.

Diego A.

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