De un adiós
Hoy nos despedimos por última vez.
Sé que no te volveré a ver, te marchas y aunque no quiera trato de aceptarlo y
parecer resignado. Pero lo cierto es que no me resigno, no me resigno a
perderte, ni mucho menos a olvidarme de ti.
Son ya tres días los que han pasado y no te veo, días que parecen infinitos y completamente ajenos a tu risa de niña, a tu tímida voz que me hablaba al oído, a tu mirada desnuda quemándome la piel. Y siento que no puedo, quiero acabar con todo, parar el tiempo, volver atrás, quedarme junto a ti de nuevo, tomar tu mano y ver como sonríes.
Pero no puedo, el tiempo pasó y
tú y yo ya somos otros. Nos conocemos de ayer, pero ya es ahora, y en este ahora
somos casi dos completos extraños. Sé que fui cobarde, que no hice nada y que
tal vez esperabas que lo hiciera, pero ya nada de lo que haga cambiará lo que
dejé de hacer ayer.
Y me pregunto si es que así debió de ser siempre; debí volverte a ver para nuevamente dejarte partir, debí quedarme callado mirando nuevamente cómo te esfumas a lo lejos, como tu sonrisa se la lleva el viento y como tu ser se borra de mi mente otra vez aunque yo no quiera.
Me enamoré de ti en una mañana
cansada, cuando esos, tus ojos brillantes, me miraron y pude ver después de
mucho que el que las cosas vayan bien no bastaba. Entonces empecé a vivir por
ti, por tu sonrisa frágil, por tus manos siempre frías, por tu pelo a veces
revuelto, por tus cálidas y sonrojadas mejillas, por tu alma inocente y por tu
dulce mirada.

Son ya tres días los que han pasado y no te veo, días que parecen infinitos y completamente ajenos a tu risa de niña, a tu tímida voz que me hablaba al oído, a tu mirada desnuda quemándome la piel. Y siento que no puedo, quiero acabar con todo, parar el tiempo, volver atrás, quedarme junto a ti de nuevo, tomar tu mano y ver como sonríes.
Y me pregunto si es que así debió de ser siempre; debí volverte a ver para nuevamente dejarte partir, debí quedarme callado mirando nuevamente cómo te esfumas a lo lejos, como tu sonrisa se la lleva el viento y como tu ser se borra de mi mente otra vez aunque yo no quiera.
En una mañana cansada
Me enamoré de ti en una mañana
cansada, una mañana de esas en las que los párpados te pesan y mueres por ir a
la cama, olvidar todo y no despertar hasta mañana.

Me enamoré de ti en una mañana
cansada, cuando te encontré de repente y reparé en que siempre tuve miedo al
mirarte, miedo de enamorarme de esos tus ojos grandes que no son verdes ni
negros pero que aun así me encantan.
Me enamoré de ti en una mañana cansada,
sabiendo que dejaría de verte, que no debía de haberme enamorado, que había
otra persona que me amaba y que tú tal vez ya amabas a alguien más.
Diego A.